Golpes en el coche

 

Una familia, compuesta por dos pequeños y sus padres, viajaban por carretera hacia un pequeño campamento en Galicia cuando el coche se les averió. Los padres salieron a buscar ayuda y, para que los niños no se aburrieran, les dejaron con la radio encendida. Cayó la noche y los padres seguían sin volver cuando escucharon una inquietante noticia en la radio: un asesino muy peligroso se había escapado de un centro penitenciario cercano a Orense y pedían que se extremaran las precauciones.

Las horas pasaban y los padres de los niños no regresaban. De pronto, empezaron a escuchar golpes sobre sus cabezas. “Poc, poc, poc”. Los golpes, que parecían provenir de algo que golpeaba la parte de arriba del coche, eran cada vez más rápidos y más fuertes. “POC, POC, POC”. Los niños, aterrados, no pudieron resistir más: abrieron la puerta y huyeron a toda prisa.

Solo el mayor de los niños se atrevió a girar la cabeza para mirar qué provocaba los golpes. No debería haberlo hecho: sobre el coche había un hombre de gran tamaño, que golpeaba la parte superior del vehículo con algo que tenía en las manos: eran las cabezas de sus padres.


Hay alguien ahí

 

Acudo al cuarto de mi hijo para ver qué le sucede, pues despertó en la madrugada con gritos ahogados mientras se escuchaban golpes en su habitación. Voy a su encuentro y lo veo temblando en su cama, “Hijo, ¿Qué te sucede?” a lo que él responde “¡Papá, hay alguien en mi armario!” con cierta gracia, voy hasta el armario para cumplir su capricho, lo abro y, para mi horrida sorpresa, mi hijo también está en él, temblando mientras balbucea “¡Papá, hay algo raro en mi cama!”


No vayas

 

Llegué a casa temprano para aprovechar y estudiar un poco para los exámenes finales, no tenía más que hacer así que me encerré en mi habitación para concentrarme. Sin darme cuenta, las dos de la mañana se avistaron en mi reloj de pared cuando mi madre me llamó dulcemente desde la cocina “¡Hija, ¿Puedes venir, por favor?!” Fui sin reparo hasta la cocina, aunque me pareció extraño, y cuando me hallaba ahí no encontré a nadie, en cambio, escuché la misma voz de mi madre desde lejos “¡No vayas hija, yo también la escuché!"


El hombre en los sueños

 

En el mes de enero de dos mil seis, un siquiatra de la ciudad de Nueva York recibió en su consulta a una de sus pacientes como un día cualquiera. En aquella sesión, la joven le explicó que había soñado en reiteradas ocasiones con un hombre al que ni si desee conocía. Tenia una calva naciente, las cejas grosísimas y los labios exageradamente finos, de forma especial el superior.

Mientras que oía la descripción, el facultativo dibujó el retrato del sujeto. No le dio mayor relevancia y lo dejó encima de la mesa.

Las tornas cambiaron cuando, en sus siguientes consultas, 2 pacientes más aseguraron haber visto al mismo hombre en sueños. El siquiatra decidió hacer copias del dibujo y mandarlo a múltiples compañeros de profesión.

Meses después, vieron que el número de personas que habían soñado con él no paraban de acrecentar y optaron por crear una web en la que se registrasen sus apariciones. Los facultativos descubrieron que el enigmático hombre se había colado en los sueños de cerca de 2 mil personas.

Sus “apariciones” son de lo más dispares. Uno de los pacientes aseguró haberlo visto vestido de Santa Claus. Otro afirmó haberse enamorado cuando lo vio. Un tercero asegura que cuando sueña que vuela, el hombre lo hace junto a él, y jamás habla.

El fenómeno ha dado pie a múltiples teorías conspirativas. Una de ellas apunta que el intruso es una persona real con la habilidad de penetrar en los sueños.

Otra, aun asevera que se trata de un proyecto escondo de los gobiernos para supervisar las vidas de los ciudadanos. La hipótesis más científica, no obstante, señala que este semblante es parte de la “conciencia común”.

Y a ti, ¿alguna vez se te ha presentado en sueños?